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Antes eran peces arcaicos, sacados de mares muy antiguos, esculturas orgánicas, piezas siempre con referentes naturales de civilizaciones olvidadas, como fragmentos de palimpsestos encontradas debajo de la arena de culturas perdidas.

Ahora cedazos solares dignos de la ciudad sumeria de Ur y cúpulas como palafitos, para habitar y soñar dentro de ellos.

Angel Vesga

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